jueves, 27 de enero de 2011

Es terrible lo que aquí sucede


Es en verdad terrible la realidad humana que impera.
Tengo que ser justo al aceptar que la violencia, la mezquindad y la alienación no son estados que hayan surgido recientemente, pero hace decenas de miles de años, éramos un animal más tratando de sobrevivir en un ambiente naturalmente equilibrado. Sin embargo, la humanidad ha pasado ya muchas eras y su población alcanza niveles al borde de la inestabilidad ecológica. El planeta está a punto de volverse en verdad un lugar terrible para habitar por cualquier ser vivo con conciencia. No hay precedentes porque no los conocemos, al menos no en la historia de esta humanidad. No sabemos qué desenlace le espera a la raza humana y parece importarnos muy poco.
No estoy abordando un tema de contaminación, ni de escasez de recursos; no tardará mucho para que descubramos la forma de evadir el colapso al que hemos llevado al entorno. El problema yace en lo más profundo de la mente humana y me asusta la facilidad con que lo ignoramos día con día.
La psicosis generalizada en muchas sociedades como la mexicana parece, en cierto momento, normal; crisis económica, desestabilidad social, desigualdad, marginación, apatía, sumisión y cinismo. A los ojos de sociedades supuestamente más avanzadas y de “primer mundo”, somos simplemente un país en desarrollo, con potencial para salir adelante de nuestra problemática.
No, no somos una sociedad atrasada; somos una sociedad decadente. No falta mucho para que rebasemos el punto de quiebre o el de no retorno, en el cual se crea una masa crítica imposible ¡de contener.
¿Qué hace falta para orillarte a cometer un acto violento?
Aquellas personas que en ninguna circunstancia actuarían con violencia son, desgraciadamente, una minoría. Podría mencionar a algunos monjes budistas, maestros zen, religiosas devotas a la paz; ninguno de ellos con tanta fuerza, con tanto poder, por ejemplo, como lo tuvo Gandhi. Si hacemos una correlación entre la violencia antes y después de su huelga de hambre, obtendríamos el siguiente axioma: Un solo sacrificio personal puede detener toda una ola de actos violentos; algo bastante aceptable. Tristemente al final, basta con un sólo acto violento para invertir ese coeficiente. Gandhi murió en un acto de violencia; lo mataron. Hablo de la violencia como instinto animal, pero que se presenta más desarrollado en especies
dotadas de mayor inteligencia: chimpancés, delfines, humanos. Sí, una violencia sujeta a las leyes sociodinámicas de la masa crítica. Un acto que se contagia entre los miembros de un grupo más o menos organizado y que poco tiene que ver con la supervivencia del mismo. No es una colonia de hormigas atacando al intruso, ni lo es la reacción inmunológica de un organismo para expulsar el agente patógeno.
Aquí, la enfermedad es la violencia. La cura también ha existido desde el origen del hombre: el amor.
El cristianismo, uno de los credos más populares en el mundo, proclama el amor al prójimo; pero, ¿habremos entendido acaso tal mensaje? La mayoría, creyente y no creyente, sabe quién lo dijo, pero pocos son los que lo comprenden. Algunos hablan del amor fraterno y desinteresado por aquel próximo a nosotros y otros hablan de la reciprocidad: “yo les he amado darle poder necesario para que la idea fuera asimilada. Tampoco ha sido conveniente sentar la responsabilidad de un mensaje tan poderoso a una sola persona, así sea sincera la admiración que aún conserva, en este caso Gandhi. En el caso de Jesús, el mensaje se elevó tanto que se mantuvo inalcanzable: “con Gandhi, matarlo fue suficiente, para que nuevamente el mensaje de amor fuera sentencia de muerte para su heraldo.
Un mensaje de amor al prójimo resulta incompleto; es necesario profundizar. defender la vida de quien la ha despojado de tus seres queridos, o peor aún, de quien les hizo sufrir antes de hacerlo?
Amar al enemigo no tiene por qué significar humillación alguna.
Me parte el alma no encontrar cómo demostrar que sí se puede erradicar la violencia de la sociedad con el simple hecho de amar. Me duele reconocer que el amor no impedirá que un niño muera de hambre, que una mujer sea violada, que un padre mate a su hijo. Pero si la violencia encuentra siempre su masa crítica, ¿por qué el amor no habría de hacerlo? Vale la pena el sacrificio personal por una evolución hacia el amor y no hacia la violencia.
Ámense los unos a los otros como”. No obstante, me atrevo a decir que la divinificación del mensaje poco ayudó a Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”. Y¿Serías capaz de
Piénsalo.
Ama a tu enemigo.
Siéntelo.
Es ahora y siempre ahora, cuando el amor puede sanar al mundo.
Ama a tu enemigo siempre. Cuando no puedas, comienza de nuevo.
Porque si mueres, yo ocuparé tu lugar. Y cuando yo muera, otro más dirá
TE AMO.
Reflexión que compartí hoy en el marco de las Jornadas por la cultura de la no violencia.

Reflexión por Javier Córdova Tena
Es terrible lo que aquí sucede

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